Dirección del MAS-IPSP: Una lastimera decisión, repitiendo errores del pasado…camino a la catástrofe

Por: José Llorenti, catalogado como traidor del MAS-IPSP

Introducción

Es natural encontrar tiendas políticas que tengan contradicciones internas, incluso, algunos autores hablan de que es saludable tener varias concepciones políticas en el interior de un partido o movimiento político, porque esto permitiría construir consensos democráticos. El mismo Mao Tse Tung habla de la existencia de dos líneas en el interior del partido que deben coexistir con el fin que, de manera dialéctica, se tomen decisiones en base a principios de crítica y autocrítica.

Partiendo de ese punto, y obviamente tomando en cuenta que el MAS-IPSP siempre tuvo contradicciones internas en el pasado, hoy es menester analizar la última decisión tomada por la longeva dirigencia del MAS-IPSP donde establece que: “(…) los funcionarios públicos y autoridades designadas no pueden ni deben participar en los congresos nacionales, departamentales, regionales, provinciales, municipales y sectoriales”.

Esta decisión tomada por la dirigencia del MAS, a todas luces arbitraria y antidemocrática, no es una casualidad, ni tampoco algo que sorprende, porque en el fondo es el recorrido natural de toda una cadena de episodios que iniciaron con el intento de electoralizar el campo político por parte del expresidente, Evo Morales, seguido por la disociación maniqueísta entre traidores/leales, continuando con la construcción de dos bancadas en el interior de la Asamblea Legislativa: (evistas y luchistas), profundizada con la violencia y el paralelismo entre organizaciones, etc., etc.

¿Cómo explicamos lo que está pasando?

Primero se debe tomar en cuenta que las contradicciones y divergencias políticas e ideológicas son naturales, y que deben enfocarse siempre desde la esfera de la democracia interna en un partido político, esa es una visión saludable de la política partidaria; el problema inicia cuando estas contradicciones que tienen una naturaleza ideológica, son llevadas al plano axiológico y valorativo bajo el canon nada constructivo de amigo/enemigo, es decir, que ya no se ve a tu compañero de partido político como alguien que pueda pensar diferente a ti, sino más bien bajo el epíteto de enemigo, o como lo llama Evo Morales (y el evismo): “traidor”.

El traidor per se, es peor que el enemigo, porque el traidor en algún momento fue alguien cercano, y si lo vemos desde un plano axiológico y cultural, el traidor es peor que un oponente cualquiera, porque personifica en la memoria popular, y peor en un país tan religioso como el boliviano, a personajes como Caín o como Judas (ambos se encuentran en el último círculo del infierno al lado de satanás según Alighieri, para quienes les gusta la literatura religiosa).

El traidor, además, es una persona que representa todo lo que teóricamente una persona leal detesta, en este sentido, si alguien se considera leal (“evista”, dirían los evistas), por consecuencia, un traidor es más que un enemigo político, es un enemigo ético, por ende, todo lo que diga esa persona es inválido por esencia, por ende, destruirlo es un deber ético. En pocas palabras, acabar con el “renovacionismo” o “el luchismo” o “el choquehuanquismo”, no es un tema político, se convierte en un tema ético y hasta religioso si consideramos el fanatismo característico del caudillismo.

De esta manera, las contradicciones políticas que podrían ser consideradas saludables para el ejercicio pleno de una democracia interna en un partido político, se convierten en contradicciones destructivas y es precisamente lo que está sucediendo en el interior del MAS-IPSP actualmente. Un tema político (incluso electoral) se convirtió en un tema ético, por lógica, el camino del diálogo es casi inexistente, porque no se puede debatir o dialogar con quien es un “traidor”, porque al hacerlo, también te exponer a ser llamado traidor…

Ese tipo de razonamiento es el que abunda en el MAS-IPSP y es el que dio cabida y espacio a la publicación de ese comunicado de la dirigencia del MAS-IPSP, razonamiento que, inevitablemente desembocarán en la división o en la salida forzosa de uno de los dos bandos, no sin antes violencia, porque ese es el lenguaje con el que se debe hablar con los “traidores”, con la violencia.

Si a esto se añade, el interés de electoralizar el campo político para desgastar a un gobierno, no solo la guerra es “ética”, es una batalla contra el reloj porque no se puede permitir que “el gobierno de los traidores”, continúe en el poder por más tiempo.

Lastimosamente en este contexto, es que no importa lo que haga el gobierno del presidente Arce, incluso, mejores cosas que su antecesor o las mismas cosas, por ser hechas por “un traidor”, no son útiles, o, mejor dicho, son falsas o mentiras, porque -obviamente- nada bueno puede venir de un traidor.

¿Cómo superar esto?

La salida a esto es volver al inicio, dejar que las contradicciones políticas sean vistas desde la óptica política e ideológica, y no reducirlas a una narrativa maniquea de traidor/leal, porque esa narrativa es la que está destruyendo actualmente al MAS-IPSP.

Para ello, existen salidas: elecciones internas, renuncias personales, acuerdos programáticos y políticos de gobernanza, entre otras., y por supuesto, realizar la autocrítica de lo sucedido el año 2019, que es la única manera de no repetir los errores del año 2016, cuando no se respetó los resultados de un referéndum que fue finalmente lo que creó las condiciones objetivas para provocar un golpe de Estado en el país. Analizar la Revolución, su naturaleza, sus protagonistas y los cambios de época suscitados en ya 17 años, es más importante que nunca y eso debe realizarse en un congreso del MAS-IPSP, no el debate entre quienes son traidores y quienes no, y cuánto tiempo falta para ver quienes serán los nuevos traidores, porque ese es el camino del desastre, esa narrativa es la narrativa de la catástrofe.

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