Amparo Carvajal en el laberinto de su propia contradicción

Por: Diego Miranda C. / Filósofo y Activista Politico

En el ámbito político, es esencial cuestionar y analizar las acciones de aquellos que se presentan como “defensores” de los derechos humanos, más aún de aquellos que parecen olvidar que el poder corrompe y que el control absoluto puede llevar a la opresión y al absolutismo. En este sentido, la figura de Amparo Carvajal ha suscitado controversia debido a su protesta actual frente a la APDHB (Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia), la cual parece estar motivada por un interés personal en mantenerse en el cargo indefinidamente, esta situación plantea interrogantes sobre su compromiso con la rotación y la renovación de liderazgos, principios que son fundamentales para el correcto ejercicio democrático dentro de cualquier establecimiento.

La instrumentalizacion del concepto de democracia, la prolongación de mandatos y la concentración del poder son prácticas que han sido objeto de críticas a lo largo de la historia política de nuestra amada Bolivia, son varias las figuras del pasado que pretendieron mantenerse obstinadamente en un cargo por medios antidemocráticos; por ejemplo Melgarejo quien intentó prorrogar su mandato y modificó la constitución para perpetuarse en el poder, Hugo Banzer Suarez quien durante su mandato, intentó prorrogar su gobierno, primero mediante un régimen militar y luego a través de elecciones manipuladas, finalmente fue obligado a dejar el poder en 1978, o quizás un ejemplo más contemporáneo cuando el 2020 Janine Añez se obstinaba en no convocar a elecciones de forma oportuna, a pesar de las demandas y protestas de los diferentes sectores populares y de ser un gobierno ilegítimo.

Al prolongar su mandato, Carvajal limita las oportunidades para que otros líderes y defensores de los derechos humanos asuman roles de liderazgo en la APDHB. Esto puede obstaculizar la representación efectiva de las diversas realidades y perspectivas que existen en la sociedad boliviana. Resulta incomprensible cómo alguien que denunciaba la falta de renovación y la perpetuación en el poder puede caer en las mismas prácticas que antes cuestionaba.

Recordemos que si bien la señora Amparo Carvajal es una de las fundadoras de esta organización, durante el Golpe de Estado del 2019 y las trágicas masacres de Senkata y Sacaba, se mantuvo en un silencio sepulcral y no realizó ningún pronunciamiento público a pesar de que la defensa de la vida es uno de los principios fundacionales de esta institución; en medio de la tragedia y el clamor por justicia, su inacción resonaba con una elocuencia irónica, recordándonos que incluso aquellos que se autodenominan defensores de los derechos humanos pueden optar por un silencio ensordecedor cuando más se los necesita.

Esta falta de acción y omisión en momentos cruciales por la defensa de los derechos humanos genera interrogantes sobre su compromiso con la causa que la organización representa. La ausencia de una postura clara y enérgica frente a estos eventos lamentables plantea serias dudas sobre su capacidad de liderazgo y su verdadero compromiso con la defensa de los derechos fundamentales.

Amparo Carvajal, con más de siete años en el cargo de Presidenta, ha evitado convocar ampliados y encuentros nacionales para discutir la renovación de la dirección de la APDHB, generando tensiones y divisiones internas. Esta actitud ha llevado a la toma de las oficinas de esta institución por parte de miembros disconformes, y ha desencadenado un debate sobre la necesidad de una renovación en la conducción de la organización encargada de defender los derechos humanos en Bolivia.

La actitud de Amparo Carvajal,  resulta paradójica y desconcertante. Años atrás, se mostraba como una férrea crítica del prorrogismo y la supuesta concentración del poder bajo el gobierno de Evo Morales. Sin embargo, su prolongada permanencia en la dirección de la organización y su reticencia a convocar encuentros nacionales o ampliados para renovar el liderazgo evidencian una doble moral en su discurso, la prolongación de cualquier dirección puede llevar al estancamiento de ideas y enfoques. Amparo Carvajal, al buscar mantenerse en el cargo, corre el riesgo de replicar prácticas cuestionables del pasado y obstaculizar la diversidad y pluralidad en la dirección de la APDHB.

Es fundamental fomentar una cultura de renovación y apertura en las instituciones para garantizar un compromiso genuino con los derechos humanos y la justicia. Por lo general, las organizaciones de derechos humanos suelen promover la democracia, el respeto al Estado de derecho, la renovación y la alternancia en el poder como principios fundamentales para garantizar y proteger los derechos humanos.

La actual protesta de Amparo Carvajal en la APDHB revela una deprimente paradoja: aquella que señalaba con firmeza los males del prorrogismo y la concentración del poder, hoy se encuentra atrapada en el laberinto de su propia contradicción. En último término, la trayectoria de Amparo Carvajal se asemeja a un laberinto de contradicciones, donde las sendas de principios y valores se entrelazan de manera confusa y enredada.

“… En cuanto a sus características, en primer lugar la nueva organización se autodefinió como “Asamblea”, ya que las decisiones deberían ser tomadas con la participación y el consenso de la mayoría del grupo, lejos de una directiva dirigista o elitista. Los miembros con mayor representatividad fueron los dirigentes sindicales y de organizaciones populares como mineros, fabriles, campesinos, magisterio, juntas vecinales…

Fuentes:

1.- Subieta Serrano, Teresa. Construyendo cultura de los Derechos Humanos. Asamblea Permanente por Derechos Humanos de La Paz (APDHLP). Boletín N.º 1. Nueva Época. Edición Especial por el 62 Aniversario de la DUDH y el 34 Aniversario de Fundación de la APDHB / La Paz – Bolivia 2010

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